El Síndrome del Piriforme, el Músculo Escondido

 

El síndrome del piriforme es un fastidio más que todo engañoso. El músculo piriforme se esconde en profundidad en el glúteo. Y si se hace rígido, ¡ay que dolor! Conozcamos más acerca de ese músculo escondido.

 

El músculo piriforme se encuentra escondido en el glúteo, tanto que muchos runners no sólo no lo conocen, sino que ni se dan cuenta de su presencia. En el caso de entrenamientos intensos y estiramientos insuficientes, el piriforme puede endurecerse a tal punto de limitar el movimiento de las piernas.

Desde el punto de vista funcional el músculo piriforme puede ser considerado como la rotación externa del femoral cuando no es expuesta a cargas, cuando la cadera está en posición neutral, y como abductor cuando está flexionado a 90 grados. Cuando la cadera está expuesta a una carga funcional, el piriforme interviene como un músculo estabilizador, frenando la rotación interna del femoral en la fase de apoyo durante la caminata o en la carrera.


¿En Dónde Se Encuentra el Piriforme?

Tal como lo mencionamos al inicio, el piriforme está situado en la profundidad de la región del glúteo, y permite la rotación hacia el área externa de la pierna.

Si esta parte se encuentra muy rígida, puede presionar sobre el nervio ciático causando dolores en los glúteos y hacia la parte externa de los músculos posteriores de los muslos, esto es lo que se conoce como Síndrome del Piriforme.

¿Qué Es El Síndrome del Piriforme?

Este síndrome se verifica cuando el músculo piriforme, situado en la cavidad pélvica, ejerce una presión en el nervio ciático (el más largo en el cuerpo, responsable de la función motora y sensorial de las piernas), causando un dolor en la zona lumbar que afecta a las piernas.

¿Cuáles Son las Causas Asociadas?

El síndrome del piriforme, muchas veces podría ser una causa contribuyente del dolor en el nervio ciático, y esto se verifica cuando sentimos el clásico dolor irradiado en la parte interna de los muslos y en el glúteo,

Las estadísticas evidencian que este síndrome afecta en mayor medida al sexo femenino, y a quienes practican gimnasia y el running.

Los factores desencadenantes del síndrome pueden ser causados por:

  • Enfermedades inflamatorias de la pelvis.
  • Traumas directos relacionados con el piriforme.
  • Micro traumatismos repetidos en la región del glúteo causados por una mala posición funcional de las caderas, que puede conllevar a la insurgencia de fibrosis muscular. El músculo que experimenta el dolor aumenta de volumen (hipertrofia), y el femoral se hace más estrecho, ocasionando así una compresión de las fibras nerviosas que empieza con el músculo en sí.

El síndrome del piriforme puede provocar:

  • Molestias circulatorias en el tren inferior del cuerpo.
  • Molestias neurológicas y funcionales, con una consiguiente parestesia de la extremidad implicada.
  • Disfunción pélvica y lumbar.
  • Hinchazón extendida desde el sacro hasta la parte externa de la cadera.
  • Dolor y/o parestesia en la sección lumbar, región del glúteo, porción posterior del muslo y de la pierna, planta del pie, así como déficit motor.

¿Cómo Se Cura?

Para curar el síndrome del piriforme se recomienda reducir los kilómetros que se corren en los programas running, y aplicar hielo en la parte en la que sentimos dolor, hacer ejercicios de estiramiento para los músculos posteriores de los muslos, para los músculos piriforme y de estabilidad del núcleo abdominal. Incluso una terapia de masajes profundas es recomendada.

Si la situación no mejora en el curso de algunas semanas o si el dolor inicia a extenderse a la pierna y luego al pie, lo mejor es consultar con un médico. Pues podrías estar siendo afectado por la ciática, una irritación-inflamación del nervio ciático.


Poca Fuerza y Flexibilidad

Casi todos los problemas de la parte alta de las piernas de los runners resultan por la falta de fuerza y flexibilidad, debido principalmente a un entrenamiento excesivamente intenso y no bien estructurado, o por las variaciones poco oportunas de los mismos.

Para suerte de muchos, estos pueden ser evitados, por parte del corredor, con programas con entrenamientos adecuados a la propia estructura física, aprendiendo a conocer y a escuchar al propio cuerpo y, cuando sea necesario, respetar los tiempos adecuados de recuperación.

De cualquier manera, una buena regla consiste en reforzar los cuádriceps, los músculos posteriores de los muslos y glúteos.

 

 

 

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